Su camino en el ciclismo ha estado salpicado de dificultades y obstáculos. Pese a ello, nunca pierde la compostura, pasa página cuando las cosas no salen y continúa devorando kilómetros, en solitario, en silencio, volviendo a comenzar para crecer. Eduardo Santas lleva la constancia, la lucha y el trabajo en el ADN, siempre sujetado al manillar para romper barreras. Versátil y corredor completo, con altas prestaciones en ejercicios cronometrados y con buen rendimiento tanto en el velódromo como en la carretera, el aragonés se ha convertido en un referente de la selección española. Después de conquistar el ansiado oro mundial, ahora en París va a por su primera presea individual en unos Juegos Paralímpicos para cerrar el círculo.
Hace dos veranos, en Baie-Comeau (Canadá), se embriagó de felicidad tras saborear ese instante glorioso que llevaba más de una década persiguiendo: enfundarse el anhelado maillot arcoíris, con el que saldaba una deuda consigo mismo y aliviaba las frustraciones acumuladas. Campeón del mundo en la contrarreloj C3 cuando no estaba entre los favoritos. “Ha sido la victoria más dulce de mi trayectoria deportiva, no sé si se volverá a repetir. Pasé unos años con ansiedad, se convirtió en una obsesión, me quedaba siempre cerca del oro y cada vez lo veía como una montaña inexpugnable por el nivel que hay en mi categoría. Y llegó inesperadamente en el año en el que peores resultados estaba sacando. Fue una liberación, una recompensa a todo el sacrificio”, recalca.
En su casa, en Tarazona (Zaragoza), tiene tapizada las paredes de una habitación con todos los metales que ha ganado, con el maillot embelleciendo su enorme palmarés. “Es mi mayor éxito, de momento, porque confío en conseguir una medalla paralímpica individual, que sería lo máximo”, afirma. En mundiales acumula 16 preseas en la pista (un oro, seis platas y nueve bronces) y en el asfalto posee un oro y tres bronces. También ha sido campeón de Europa, cuenta con numerosas medallas en Copa del Mundo y logró un bronce en la velocidad por equipos en los Juegos de Río 2016.
Desde su debut en Aguascalientes (México) en 2014, el Mundial de Glasgow de 2023 y el de Río de Janeiro de este año han sido los únicos en los que no ha subido al podio. “La temporada pasada había progresado mucho, tenía datos muy buenos para estar entre los mejores, pero cuando llegué a Escocia me puse enfermo, con fiebre, estuve tres días en la cama, había dado positivo por Covid-19. Disputé la persecución muy debilitado y aun así fui sexto. En la crono quedé octavo a 11 segundos del bronce. Y en Brasil terminé quinto”, lamenta. Sí pudo redimirse tras sumar en la Copa del Mundo un oro en Ostende (Bélgica) y bronces en Adelaida (Australia) y en Maniago (Italia), donde se fisuró varias costillas tras sufrir una caída, pero ya está recuperado.
Meticuloso y perfeccionista, con determinación y persistencia, no para hasta conseguir lo que se propone. Rezuma ciclismo por los poros de su piel. Forma parte de una familia de apasionados de las dos ruedas y desde niño estaba destinado a seguir los pasos de su abuelo Jesús, que corrió en los años 50; su padre y su hermano, ambos Fernando. Esa devoción por la bicicleta no la frenó ni la parálisis cerebral que sufrió por una varicela a los cuatro años.
“Empecé por rehabilitación, ahora es mi modo de vida y mi profesión. Sé que tengo mis limitaciones, pero nunca fue un impedimento para llegar lejos. Tengo una hemiplejia en el lado derecho del cuerpo, el pie lo tengo muerto, no responde a estímulos, el gemelo no tiene fuerza y el cuádriceps apenas desarrolló músculo. Tengo desviada la columna, la pierna más corta y la mano sin coordinación”, explica. Comenzó en la bicicleta enrolado en el Asesoría Santas, el club que patrocinó su progenitor, y pasó por todas las categorías inferiores hasta que descubrió el ciclismo adaptado.
“Con 18 años me veía mermado por mi problema y decidí cambiar para competir al máximo nivel con gente con las mismas dificultades que las mías”, cuenta el zaragozano, que fue el primer ciclista con discapacidad en competir en un Campeonato de España absoluto en carretera. En la pista también ha estado en cuatro ediciones con la élite. “Medirme a gente que corre en el Tour de Francia es una pasada. Antes, a los paralímpicos nos veían como a unos cojos que iban de paseo en bici, pero ahora nos valoran, hemos demostrado que somos profesionales”, subraya.
Durante este curso se ha preparado, bajo las directrices de Javier Sola, entre la Comarca de Tarazona, el Moncayo, Sierra Nevada, Gran Canaria y las pistas de Anadia (Portugal) y Mallorca. “He progresado y me encuentro a un nivel muy alto, algo que me permite ser optimista en París”, asegura. En la capital francesa disputará sus terceros Juegos Paralímpicos y lo hará arropado por su particular ‘Team Santas’: “Tener a mi familia empujando es una motivación, oír sus voces me dará ese plus que me puede llevar a las medallas”.
“A los de Río de Janeiro 2016 llegué muy joven y no los disfruté del todo porque me afectó la presión, pasé malos momentos. A los de Tokio 2020 iba más maduro, pero me llevé un palo, fui cuarto en pista y para mí fue un fracaso. A París voy con hambre e ilusión, solo me vale ganar la medalla, quiero lograrla sí o sí. He invertido en material, en concentraciones, en copiar a países en cuanto a estudios de investigación y desarrollo, para rascar al reloj esas pocas décimas que me faltaron en Tokio y estar en el podio”, informa.
Apuesta por la persecución de tres kilómetros en el oval de Saint-Quentin-en-Yvelines y por la contrarreloj, sin descuidar la ruta. “Me veo capaz de sacar medallas en las dos modalidades. El velódromo ya lo conocemos del Mundial de 2022, lo he preparado bien y llego con fuerza y con tiempos buenos para aspirar a estar entre los tres mejores. En la crono tengo más opciones por la evolución que he tenido. El circuito es más bien llano, sin demasiadas curvas y con algunos repechos ‘rompepiernas’. Y en la prueba de fondo puede pasar de todo, estoy mejorando bastante y si se decide al sprint puedo estar ahí. Es el desafío por el que he entrenado cada día durante tres años, tengo potencial para lograrlo”, apostilla Santas, el ciclista ‘todoterreno’.
EDUARDO SANTAS
Eduardo Santas Asensio (Zaragoza, 1989). Ciclismo. Bronce en la velocidad por equipos en Río de Janeiro 2016. Campeón del mundo en la contrarreloj en 2022. Cuenta con 16 medallas mundiales en pista y 4 en carretera. En París disputa sus terceros Juegos Paralímpicos.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Constante, tozudo y determinante.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
Los cascos y las zapatillas para competir.
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
Las matemáticas se me dan muy bien.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
Teletransportarme, sobre todo, para evitar tantas horas en viajes.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
A las serpientes.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
El chocolate.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
A la sierra del Moncayo.
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
El móvil y la bici.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En un perro.
10.- Una canción y un libro o película.
‘We are the champions’, de Queen. Y libro, ‘Cómo hacer que te pasen cosas buenas’, de Marian Rojas Estape.