La pala era la extensión de su mano desde los tres años, cuando ya golpeaba con brío la pequeña bola blanca encaramado a una silla. Jorge Cardona estaba predestinado a jugar al tenis de mesa. Sus padres regentaban un club pequeño y familiar, el Argón 73, en el barrio Las Fuentes, en Zaragoza. Allí comenzó a forjarse un deportista que ha construido un palmarés brillante, con más de 80 medallas internacionales. Hace tres años una rotura parcial del tendón de Aquiles del pie izquierdo le apartó de los Juegos de Tokio y dio por terminada su carrera. Pero su pasión y atracción irrefrenable por este deporte le hizo renacer de sus cenizas. A pesar de los dolores que le dejan inmóvil en la cama tras cada torneo, se clasificó para su cuarta cita paralímpica. En París apunta al podio.
“Tenía esa espinita clavada por no poder ir a Tokio, fue un golpe duro porque estaba en un buen momento. En marzo de 2021 llegó el mazazo, sabes que ya no vas a llegar, te frustras y te enfadas, pero no puedes hacer nada. Pensé que se acababa la alta competición para mí. De hecho, la recuperación se prolongó hasta 2022 porque los tendones, que los tengo alargados y artificiales, no se cerraban”, relata. El zaragozano nació con pies equinovaros y hasta los seis años llevó aparatos metálicos en sus piernas, “como Forrest Gump”, bromea. “No tengo movilidad en tres de los cuatro huesos de los tobillos. En mi infancia lo veía como algo normal, para mí lo raro era el resto de niños”, dice riendo.
Aquella malformación no le impidió ponerse delante de una mesa para explotar su talento innato con una pala. “Al tener menos movilidad desarrollé otras cualidades como un revés potente y una técnica más pulida. Eso me permitió ser muy competitivo ante rivales sin discapacidad, para ello tenía que redoblar mis esfuerzos. Había personas que por mis limitaciones decían que no iba a llegar lejos, pero callé algunas bocas”, asegura Cardona, que compite en División de Honor con el Publimax CAI Santiago. Fue campeón de Aragón en todas las categorías inferiores e incluso, en edad cadete fue reclutado por la selección española para disputar el Europeo de 2002 en Moscú, siendo el primer aragonés que competía en una prueba de este nivel.
“En mi época juvenil estuve año y medio sin querer jugar, me sentía quemado. En ese momento me habían comentado probar en tenis de mesa adaptado, pero no quería oír hablar de participar en eventos para personas con discapacidad. Ante la insistencia de mis padres y de los entrenadores decidí iniciar una aventura que me abrió las puertas de un mundo fascinante y que me ha permitido alcanzar tantos éxitos de los que me siento muy orgulloso”, asegura. Con 18 años debutó en 2005 con un oro y una plata en clase 10 en el Trofeo del Mediterráneo en Agrigento (Italia). “Al principio me chocó bastante porque veía a gente tan diferente de lo que estaba acostumbrado. Me adapté muy rápido y supe enseguida que podía crecer y hacer algo grande”, añade.
Aquel logro fue la primera piedra sobre la que edificó una carrera brillante. En 2007 conquistó un oro por equipos en el Europeo con el granadino José Manuel Ruiz, con el que formó una pareja de quilates durante más de una década. Con él ganó una plata en Pekín 2008, sus primeros Juegos Paralímpicos: “Fue una sorpresa, un recuerdo inolvidable. En la final, ante China, con 8.000 personas en las gradas siguiendo nuestro partido, fue increíble”. Cardona repitió podio en Londres 2012 con un bronce que le supo a oro. “Son los Juegos a los que más cariño les tengo. Había mucho nivel y por eso valoro aún más esa medalla”, subraya. Y en Río de Janeiro 2016 cosechó otra plata. “Les ganamos a Polonia en semis, vengándonos de la derrota de Londres. Y rozamos el oro, estuvimos muy cerca de ganarle a China”, agrega.
Junto a sus tres medallas paralímpicas, acumula en sus vitrinas otras muchas preseas de mundiales y europeos, que comparten espacio con discos y artículos de coleccionismo de su ídolo, Elvis Presley. En sus canciones se refugió durante la etapa más dura de su trayectoria, la rotura del tendón de Aquiles que le dejó sin ir a Tokio. “Asumí que era el adiós deportivo, así que estudié unas oposiciones de factor de circulación en Adif y aprobé”, cuenta. Con esa estabilidad laboral, al zaragozano le picó el gusanillo de volver a intentarlo cuando en 2022 le llamaron para pasar una reclasificación funcional y le bajaron a clase 9 por las secuelas que le dejó la lesión.
“El tenis de mesa es mi vida, no perdí la ilusión pese a estar casi dos años sin coger la pala. Regresé con una motivación distinta, con otra mentalidad, sin la presión de años anteriores. Ahora tengo una mejor lectura de los partidos y más paciencia en los momentos decisivos. Ya lo dice el refranero: ‘Más sabe el diablo por viejo que por diablo’. Eso me está pasando. En el ocaso de mi carrera es cuando estoy disfrutando más, me siento como aquel niño que empezaba en el club de mi familia”, confiesa. Desde su vuelta ha sumado 15 medallas internacionales (cinco oros, cuatro platas y seis bronces), siendo la más destacada el bronce europeo de 2023 en la prueba de dobles junto al donostiarra Ander Cepas.
“Al bajar de categoría, el cambio de compañero era lo que más miedo me daba después de tantos años con José Manuel. Pero he tenido mucha suerte con Ander, es la mayor promesa de este deporte. Pasé de estar desterrado a vencer a rivales a los que hacía muchos años que no ganaba. Estoy jugando mejor que hace cinco años, ahora salgo a la mesa sin nada que perder y mucho que ganar”, sostiene. La clasificación para París 2024 no ha sido sencilla, ya que tiene que lidiar con los dolores constantes del pie izquierdo. “No he vuelto a ser el mismo físicamente, mi capacidad de movimiento ha disminuido mucho. Sin una ortesis no puedo jugar”, dice.
Entre torneos tiene que estar en reposo unos diez días en la cama, sin apoyarlo porque sufre continuos edemas y derrames. “El tendón lo tengo como un fino cordón y el pie queda inmovilizado cuando el nervio se ve afectado. No me quejo, es el peaje que me toca pagar para poder jugar, me merecía estar en unos últimos Juegos, así que lo hago con gusto”, afirma. Con aire renovado, motivación y ambición, se ve con opciones, por primera vez, de ganar una medalla paralímpica en la prueba individual. “Es curioso, casi con 37 años, considero que estoy más cerca que nunca. Dependerá del cruce que toque, si ganas dos partidos te metes en el podio, así que no lo descarto. He demostrado que puedo pelear contra cualquiera de mis rivales, estoy a un buen nivel y tengo que aprovechar mi momento”, explica.
En dobles clase MD18 también está entre los favoritos al podio con Ander Cepas. “Hemos ganado varios torneos, nos conocemos bien, él es más completo y tiene esa energía y frescura que da la juventud, es un toro miura. Yo estoy para calmarle -ríe-, aporto mi experiencia. Aunque la clave es que nos llevamos genial fuera de la mesa, somos como hermanos. El objetivo en París es salir del pabellón con una medalla colgada al cuello, sí o sí tenemos que lograrla. Pero, después de lo duro que han sido estos años para mí, quiero disfrutar cada minuto porque esto que estoy viviendo lo daba por perdido hace tiempo, así que estar en mis cuartos Juegos lo considero un regalo”, apostilla el renacido Cardona.
JORGE CARDONA
Jorge Cardona Márquez (Zaragoza, 1987). Tenis de mesa. Plata por equipos en Pekín 2008, bronce por equipos en Londres 2012 y plata por equipos en Río de Janeiro 2016. Más de 80 medallas internacionales. En París disputa sus cuartos Juegos Paralímpicos.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Tranquilo, disperso y fiable.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
Los cascos para escuchar música de Elvis Presley. Soy su fan número uno, tengo dos tatuajes suyos -ríe-.
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
Cocinar. Lo que mejor se me dan son los arroces y costillas a la barbacoa.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
Hacer feliz a los demás.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
Tengo miedo a la oscuridad.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
El chorizo.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
A una casita perdida en la montaña.
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
Un disco de Elvis Presley -ríe-.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En un perro.
10.- Una canción y un libro o película.
‘Suspicious Mind’, de Elvis Presley. Libro, ‘Los escorpiones’, de Sara Barquinero. Y película, ‘Blade Runner’.