Hay mañanas en las que Jacobo Garrido sabe que el día que le espera después de sonar el despertador va a ser duro. En estos últimos meses ha estado devorando en la piscina 10.000 metros diarios en dobles sesiones, perfeccionando la técnica de nado, la velocidad pura y el trabajo de fuerza en seco, engrasando la máquina para que todo funcione el día D y la hora H. El 23 de agosto soplará 22 velas y el 29 afrontará en La Défense Arena de París la batalla del 400 libre S9 -es campeón del mundo y plata europea-, en la que el fondista gallego, forjado también entre olas y corrientes, y con mentalidad de aguas abiertas, peleará por su primera medalla en unos Juegos Paralímpicos.
El coruñés es una de las joyas acuáticas de la natación española, esculpido durante una década por Jesús de la Fuente en el CN Liceo, bajo el método de Fred Vergnoux en varias concentraciones que le ayudaron a ser campeón del mundo en 2019 y desde hace cuatro años dirigido por Jaume Marcé en el CAR de Sant Cugat, donde se ha convertido en un nadador más completo e indómito en cada brazada. “Soy más de pruebas de fondo y resistencia, de largas distancias, pero he mejorado en estilos y en mariposa. Salir de mi zona de confort me ha venido bien, los entrenamientos son muy distintos y me han ayudado a mejorar mi punto débil, la velocidad. Ahora soy más rápido”, asegura.
Las horas que pasa en el agua le ayudan a que no le invada la morriña por su tierra. “Soy joven y es lo que peor llevo, estar lejos de mi familia. Barcelona es una ciudad grande y me gustan sitios menos estresantes, como en casa en ningún sitio”, recalca. Suele regresar en verano y en Navidad cuando no tiene competiciones y no perdona los partidos de fútbol con su pandilla de amigos. “Me sirve para desconectar, pero soy muy competitivo y cada encuentro me lo tomo como si fuese la final de un Mundial”, dice riendo.
Aunque su hábitat natural es la piscina. Comenzó a chapotear a los seis meses por recomendación médica, ya que nació con el fémur derecho más corto que el izquierdo y con agenesia de peroné. “Nunca ha sido un obstáculo para luchar por lo que quiero, sobre todo, gracias a que mis padres no me sobreprotegieron, me dieron libertad para hacer las cosas igual que el resto de niños y nunca pedía ayuda, a pesar de que tuviese que hacer un esfuerzo extra. Mis recuerdos están en el agua, desde que era un bebé para fortalecer los músculos”, explica.
La natación se convirtió en su pasión y rompió el cascarón en la élite tras bajar de la categoría S10 a S9 por el incremento de sus problemas en la pierna. “Al principio competía con gente con menos discapacidad y aunque no sacaba resultados, no me frustraba, era joven y solo pensaba en disfrutar. Aquello hizo que me esforzase más y el cambio de clase se notó porque empecé a conseguir medallas”, apunta. Estrenó su palmarés internacional en 2018 con un bronce en el Europeo de Dublín y en el Mundial de Londres en 2019 conquistó el oro tras sorprender a rivales más experimentados. Ahí pasó de promesa a realidad.
“Fue un momento inolvidable, llegaba muy fuerte después de unas concentraciones con el grupo de Fred Vergnoux, en el que estaba Mireia Belmonte y otros nadadores de un gran nivel. Progresé mucho en poco tiempo, realizando algunos de los entrenamientos más duros de mi vida y eso me dio un impulso para ser campeón del mundo”, afirma. En 2021 alcanzó la plata en el Europeo de Funchal (Portugal) y unos meses después debutó en unos Juegos Paralímpicos, llevándose tres diplomas, aunque con “sabor agridulce al ser quinto en mi prueba, no acabé contento por las marcas que hice”. En los dos últimos mundiales quedó cuarto en 2022 en Madeira y sexto en 2023 en Manchester. Y este año sacó su mejor versión para llevarse una plata en el Europeo.
El gallego, que posee los récords de España en 400, 800 y 1.500 metros libre, también es un referente en las competiciones de aguas abiertas. Hizo historia al convertirse en el primer nadador con discapacidad en conseguir una medalla -un bronce en la prueba de relevo mixto- en un Campeonato de España absoluto, y el curso pasado ganó el oro en la I Copa del Mundo de esta modalidad en natación paralímpica en Cerdeña (Italia) en la distancia de tres kilómetros. “Es un medio distinto a la piscina, te peleas con las olas, con las corrientes y no gana el más rápido sino el que mejor se desenvuelva. A mí me sirve para coger fondo y todos los años nado en el mar. Ahora lo voy gestionando mejor, pero de niño le tenía pánico, siempre iba acompañado de alguien, si no, no nadaba”, confiesa.
Disciplinado y con gran capacidad de trabajo, Jacobo ha lidiado esta temporada con jornadas maratonianas para llegar en las mejores condiciones a París 2024: “A las 7.30 de la mañana ya estaba en la piscina, después hacia cardio, luego les dedicaba unas horas a los estudios de INEF, almuerzo, siesta y a entrenar por la tarde. Por la noche llegaba tan cansado que apenas podía moverme, pero eso sí, antes de dormir siempre jugaba una partida al Fifa en la Play Station -ríe-”.
Con Jaume Marcé en Sant Cugat ha mejorado sus prestaciones, “ganando esa chispa en el sprint que me hace tener un equilibrio para nadar bien los 400 metros. He mejorado también la constancia, a veces uno no tiene las mismas ganas de entrenar, pero si quiero estar en el podio no podía dormirme porque los rivales están apretando y llegan muy fuertes. Pero ninguno me intimida, nunca me pongo nervioso, me encanta competir y voy a plantarles cara. Al final, uno se mide a sí mismo y al crono, en eso me centro”.
A sus segundos Juegos llega ilusionado y con ganas de disfrutar del ambiente, aunque una vez más, como le pasó en Tokio 2020, se perderá el desfile de inauguración que irá desde los Campos Elíseos hasta la plaza de la Concordia “porque al día siguiente es mi prueba fuerte y tengo que estar descansado y concentrado. Espero vivir alguna ceremonia de apertura, a ver si para Los Ángeles 2028”. Garrido se siente reforzado para volver a intentarlo en una cita paralímpica, y aunque su extrema competitividad le arrastra a luchar por las medallas, prefiere tomárselo con cautela.
“En 200 estilos y en 100 mariposa el objetivo es mejorar mis marcas, mientras que en el 400 libre soy ambicioso, sé que es un reto difícil, pero estoy más cerca que nunca de las medallas. Habrá que estar fuerte ese día y que mis rivales noten que estoy detrás mordiendo. Somos seis -el italiano Simone Barlaam, el francés Ugo Didier, el belga Sam de Visser y los australianos Brenden Hall y Alexander Tuckfield- candidatos al podio, cualquier cosa puede pasar. A ver cómo enfocan la carrera porque la mayoría de ellos tienen otras pruebas importantes en París y yo me centro 100% en ella. Cambiaría ser campeón del mundo por un oro o una plata paralímpica, por el bronce me lo tendría que pensar -ríe-. Una medalla en los Juegos sería el mejor regalo de cumpleaños”, finaliza.
JACOBO GARRIDO
Jacobo Garrido Brun (A Coruña, 2002). Natación. Campeón del mundo y subcampeón de Europa en 400 metros libre S9. Disputa en París sus segundos Juegos Paralímpicos.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Competitivo, gracioso y luchador.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
Un llavero japonés de la suerte.
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
Jugar a videojuegos -ríe-.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
Volar.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
Miedo no, pero sí le tengo mucho respeto al mar.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
Las patatas fritas.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
A mi casa, en A Coruña.
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
A mis amigos.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En un tigre.
10.- Una canción y un libro o película.
‘Malbec’, de Duki. Y una película, cualquiera de la saga ‘Rocky’.