Muchas veces, la clave del éxito en el deporte radica en la persistencia, en no claudicar a pesar de las adversidades, en mantener la ilusión, el orgullo y las ganas para alcanzar la cima. Jairo Ruiz es un fiel reflejo de ello. Es un gladiador del triatlón que jamás negocia el esfuerzo, vive cada competición como si fuese la última y el sufrimiento forma parte de su gloria. Abrigando la esperanza, nunca deja de creer en sus posibilidades, así afronta cada reto. Lo hizo cuando era un neófito del triatlón y se plantó en Río de Janeiro 2016 convirtiéndose en el primer español en ganar una medalla paralímpica en esta modalidad. Le ha costado sangre, sudor y lágrimas la clasificación, pero nada iba a impedir que estuviese en París, sus terceros Juegos.
La cita en la capital francesa será el penúltimo acto de su función, ya que dirá adiós a la alta competición en octubre en el Mundial de Torremolinos (Málaga). “Las lesiones me han castigado en los últimos años. En mi categoría (PTS5) está creciendo mucho el nivel, los ritmos son muy elevados y para mantener eso tengo que hacer un esfuerzo gigante en los entrenamientos, algo que me produce problemas físicos. Y si no entreno, mis rivales están más fuertes que yo. Es la pescadilla que se muerde la cola. Es hora de dar un paso al lado, he hecho todo lo que estaba en mis manos y me siento orgulloso del camino recorrido”, recalca. Antes de cerrar su etapa como triatleta, entre los monumentos parisinos más emblemáticos, espera dejar su huella.
“No estoy entre los favoritos, pero que no se confíen porque pueden llevarse un susto. Creo en mis opciones, me encuentro fuerte y sueño en grande, la medalla es posible”, sostiene. Se quedó sin plaza por ranking ya que fue décimo -entraban los nueve primeros-, pero esa posición, su historial deportivo y sus logros en este curso -bronces en la Copa del Mundo de Yenisehir (Turquía) y en las Series Mundiales de Montreal (Canadá)- le permitieron una invitación. “He tenido la suerte de recibir una de ellas. Tuve que acudir a todas las competiciones posibles, ha sido mucho desgaste y viajes largos. Mi cabeza me decía que iba a lograrlo, si no hubiese pensado en que tenía una oportunidad real, no me habría embarcado en esta aventura porque la inversión económica ha sido grande, la mayor parte del gasto sale de mi bolsillo y no recupero ese dinero yendo a los Juegos, pero ha merecido la pena”, afirma.
‘La vida no da batallas fáciles’, es el lema que lleva interiorizado. El almeriense, que nació sin el antebrazo izquierdo, ha tenido que librar más de una contra los propios límites a lo largo de su trayectoria. “La discapacidad nunca fue una barrera, crecí en un entorno familiar muy positivo que jamás me sobreprotegió y eso fue fundamental en mi desarrollo personal y deportivo, me ayudó a afrontar cada desafío”, cuenta. En el colegio probó el balonmano para estar cerca de sus amigos, “pero no era lo mío”, dice entre risas. También coqueteó con el taekwondo, aunque su pasión eran los coches y las motos. A su padre, Paco, que era peluquero, le gustaba restaurar vehículos clásicos y Jairo se convirtió en su sombra.
“Es un hobby que tengo desde pequeño, se me da bien lo relacionado con la velocidad y el motor. También me encanta pilotar un kart, cada vez que puedo voy al circuito Karting Roquetas. Aquí la gente ya me conoce, pero cuando acudía a los que hay en Madrid, algunas personas me miraban asustados porque me falta parte del brazo y me decían que tuviese cuidado, pero luego se quedaban sorprendidos al verme manejar”, comenta con una sonrisa. De niño se adentró en la natación y le chocó cuando acudió a su primer Campeonato de Andalucía: “Todos tenían algún tipo de discapacidad y para mí fue un shock porque en mi día a día no había nadie así. Fue raro ver a chicos en silla de ruedas, sin una pierna, ciegos… No era consciente, salvo que me mirase en un espejo, de que yo también era uno de ellos”.
Ir a entrenar a la piscina se le hizo monótono, aburrido y decidió dejarlo. Y un día, estando de vacaciones se cruzó en su camino el triatlón. “Era una prueba de promoción en Almería para captar a gente, yo no estaba preparado y se me hizo eterna, lo pasé muy mal, no tenía control en la bici y corriendo sufrí flatos y tirones. Sin embargo, sentí un flechazo”, explica. A partir de entonces se entregó con feroz entusiasmo a las brazadas, pedaleos y zancadas que le han llevado a la élite con un currículum destacado: 30 preseas internacionales, entre ellas, una plata y un bronce mundial, así como cuatro platas y dos bronces en campeonatos europeos.
Pero hay un metal que brilla con una luz diferente, el del bronce paralímpico en Río de Janeiro 2016. “Es el más especial, era el debut de nuestro deporte en unos Juegos y fue un premio al trabajo realizado durante los años previos, que fueron una locura porque todo era muy amateur y rudimentario, no había ayudas y tenías que buscarte la vida para competir. La medalla la tengo en una caja de madera en forma de concha en una estantería del salón, la cual toco de vez en cuando y me sirve de motivación”, subraya Ruiz, un pionero que también se convirtió en el primer triatleta con discapacidad en disputar un Campeonato de España absoluto.
Sin embargo, no guarda buenos recuerdos de sus segundos Juegos, Tokio 2020, donde se llevó un diploma al ser octavo. Las expectativas eran muy altas y pagó la factura de una atípica preparación en plena pandemia, con el añadido de un fuerte dolor en la escápula derecha. “No estuve a la altura, las sensaciones fueron malas. Me había preparado para pelear por medallas, pero físicamente no estaba bien por los problemas en la espalda que me impedían nadar. A nivel psicológico no lo llevé bien, en lugar de disfrutar de un evento mágico, me sentía como si estuviese preso en una cárcel. Fue una pena”, afirma.
Arrastró la lesión durante más de un año, hasta que en 2023 pudo liberarse de esos dolores y rendir de nuevo en la competición. “Me hicieron muchas pruebas, probamos tratamientos diferentes y seguía el calvario, me molestaba en el agua e incluso también en la bicicleta. Al final, con reposo y un año de poca intensidad, me recuperé. Ahora vuelvo a disfrutar, puedo acabar las pruebas y eso me hace feliz, estoy otra vez entre los mejores”, añade. Y no es fácil mantenerse en lo más alto porque en su categoría ha aumentado el nivel: “Si comparamos los ritmos que teníamos en Río de Janeiro hace ocho años a los del último Mundial, son de risas. Cada vez hay más participantes y más competitividad, las carreras son más interesantes y atractivas porque las distancias entre nosotros se han estrechado, llegamos a meta con tiempos similares”.
El almeriense, que se ha preparado en su ciudad junto a un grupo de amigos que se hace llamar ‘Campamento Krusty’ “como el de Los Simpson porque parecemos niños pequeños disfrutando de lo que hacemos”, llega a sus terceros Juegos Paralímpicos con la mochila cargada de ilusión. “París 2024 es el colofón a mi carrera deportiva. Aunque mi última prueba al más alto nivel será en Torremolinos (Málaga) en el Mundial. Eso sí, me gustaría seguir vinculado al triatlón, de hecho, llevo años gestionando el Ciudad de Almería. Y también quisiera probar como entrenador”, apunta.
A la capital francesa no va de vacaciones, confía en plantearle batalla a los favoritos: el canadiense Stefan Daniel, el alemán Martin Schulz y el norteamericano Chris Hammer, entre otros. “La clave estará en no perder tiempo con el grupo de cabeza en el agua, habrá que ver la corriente en contra que tendremos en el río Sena. En ciclismo hay zonas de adoquines y eso hace que la bici vibre y salte, me preocupa un poco. Y luego vaciarse en la carrera a pie. En Río de Janeiro estaba lejos de los primeros y conseguí el bronce, aquí llego con la misma etiqueta, así que puedo repetirlo. En unos Juegos hay sorpresas y nada está escrito. Será complicado, pero si me sale una buena prueba y no se me presentan problemas, puedo luchar por subir al podio. Pase lo que pase, espero acabar satisfecho porque lo he dado todo”, concluye.
JAIRO RUIZ
Jairo Ruiz López (Almería, 1988). Triatlón. Medalla de bronce en Río de Janeiro 2016. Medallista mundial y europeo en varias ocasiones. 30 medallas internacionales. En París disputa sus terceros Juegos Paralímpicos.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Trabajador, perseverante e ilusionado.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
Una bolsa de herramientas para la bicicleta.
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
Aunque parezca extraño porque me falta un antebrazo, soy muy manitas para arreglar coches o para montar muebles, equipos de música y otras cosas.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
Volar.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
A nada.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
Las pizzas -ríe-.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
A cualquier playa de Almería en la que no haya nadie, me gusta estar solo frente al mar.
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
Algo de música.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En un perro pequeño.
10.- Una canción y un libro o película.
‘Sirenas’, de Savia. Y una película, ‘El padrino’.