A Lalo Prieto nunca le ha pesado la responsabilidad. La lleva a sus espaldas desde pequeño, cuando se vio obligado a plantarle cara a los desafíos que le ponía el destino. De facciones curtidas a base de luchar para sobrevivir, está acostumbrado a bregar desde la humildad. Se quedó huérfano a los diez años y tuvo que trabajar para alimentarse, como muchos niños desamparados en México. Un accidente en la adolescencia, por el que le amputaron la pierna izquierda, truncó sus sueños. Pero para él, ninguna desgracia era irreversible, sabía encontrar una lectura positiva a toda mala noticia. Y lo hizo con el baloncesto en silla de ruedas, deporte que consiguió desdibujar el desánimo de su rostro y recuperar el brillo, la ilusión y la alegría para convertirse en un referente.
Progresó tan rápido que apenas llevaba un año jugando y dio el salto a Europa. Se erigió en el ‘comandante’ de la Tricolor, apodo que le pusieron en su ciudad natal. No le pesa el liderazgo, de hecho, siempre lo ha ejercido en los clubes en los que ha militado. Ahora, tras más de 20 años residiendo entre Vigo, Valladolid y Murcia, le ha llegado la hora de defender la camiseta de la selección española. Y lo hará por la puerta grande, en París, en unos Juegos Paralímpicos. Aunque es consciente de que llega al equipo como un soldado raso, dispuesto a ayudar en cualquier tarea. “Soy de sangre azteca, pero me siento muy español e identificado con este país, llevo casi media vida aquí. Me dieron una oportunidad para crecer y es un orgullo representarlo en la cancha”, asegura.
Ha tenido un camino azaroso hacia la élite deportiva. Creció entre balones desgastados y solares polvorientos, apuntaba maneras como defensa y portero de fútbol. Cuando apenas era un crío su rumbo cambió al fallecer su madre. Aquel día quedó a la deriva, concluyó su infancia e inició una acelerada marcha hacia una inmerecida madurez. “No tuve padre y ella nos sacó adelante. Yo soy el menor de nueve hermanos y cuando murió, todos eran mayores y habían formado sus familias. Pese a que algunos me ayudaban como podían, tuve que ponerme a trabajar con diez años, a prepararme la comida, a lavarme la ropa, a hacer las cosas solo. Por desgracia, en México muchos niños viven en las calles y son invisibles para las autoridades. Afortunadamente, yo dormía bajo un techo”, explica.
No le atenazó el miedo de la soledad, con una entereza impropia para su edad y con redaños suficientes salió a comerse la vida. Le dieron trabajo en el restaurante en el que su progenitora era cocinera y dejó los estudios en la secundaria. Con 17 años le sobrevino otro varapalo. Era el 3 de octubre de 2003, día en el que había decidido, después de la insistencia de sus amigos, acudir a realizar las pruebas para acceder al filial del Atlético Monarcas, club que estaba en la primera división mexicana de fútbol. “Caminaba por una acera cuando un conductor ebrio cometió una imprudencia, chocó contra otro coche y éste me arrolló. Perdí mucha sangre, la tibia y el peroné quedaron colgando, me hicieron un injerto, pero la pierna izquierda se estaba necrosando y tuvieron que amputar por encima de la rodilla”, relata.
Solo estuvo una semana ingresado en el hospital y lo enviaron para casa, sin ningún tipo de rehabilitación. “Tenía escasos recursos y la gente me ayudó económicamente. Incluso mi patrón me mantuvo el empleo. Al principio fue duro, estuve dos meses sin salir, solo abría la ventana y miraba hacia la calle”, cuenta. En 2004 su cabeza hizo clic al ver por televisión a personas con discapacidad compitiendo en los Juegos Paralímpicos de Atenas. Se presentó en el CODE de Jalisco (Consejo Estatal para el Fomento Deportivo) para interesarse por la natación, pero le pusieron demasiadas trabas para iniciarse en la piscina y se desanimó.
“Una semana después, un vecino pasó por delante de mi casa y al ver que me faltaba una pierna me invitó a probar el baloncesto en silla de ruedas. Jamás había pensado en este deporte, nunca antes había lanzado a una canasta, lo mío era el fútbol. Pero probé, también es un juego en equipo y de contacto y eso me atrapó, era perfecto para mí”, afirma. Tuvo una rápida progresión, ganó con Jalisco el campeonato nacional y en 2007 debutó con México en unos Juegos Parapanamericanos en Río de Janeiro. Firmó un buen torneo y el Amfiv de Vigo decidió apostar por él. Allí jugó tres años y luego fichó por el Porto Torres de Italia, siendo campeón de la Euroliga 2.
En 2013 recaló en el BSR Valladolid, donde se asentó y explotó sus virtudes. Allí coincidió varias temporadas con su mujer, Isa López, quien se ha convertido en una de las jugadoras más importantes de la selección española femenina. “Admiro mucho su fortaleza y entrega, es muy disciplinada y está logrando éxitos a base de trabajo, esfuerzo y sacrificio”, dice sobre ella. Tras un breve paso por el Hyères Handiclub de Francia, en 2021 llegó al UCAM Murcia, equipo revelación en España en los últimos dos años, quedando entre los cuatro mejores de la División de Honor, y con Lalo asumiendo un papel esencial, siendo el segundo mejor reboteador de la Liga este año y un gran anotador.
“Estoy en mi segunda juventud, no imaginaba retomar un nivel alto y tener tanta energía. Me caracterizo por ser un jugador que defiende bien y con garra, pero ahora soy más versátil, no solo tengo presencia en el interior, también asumo más responsabilidad con el tiro exterior y llevando el balón”, detalla. “Tiene capacidad de liderazgo, es muy polivalente, con visión de juego, buen pase y ha mejorado su rango de lanzamiento. Desde la primera concentración, su actitud ha sido excelente y la integración en el equipo no ha podido ser mejor”, tercia el seleccionador Abraham Carrión.
En diciembre de 2023, tras recibir la nacionalidad española, el técnico jerezano le avisó de que entraba en sus planes como uno de los aspirantes a estar en la lista definitiva de los Juegos Paralímpicos de París. Con trabajo y talento se ha colado entre los 12 elegidos: “Cuando me lo propuso, no me lo pensé. Llevaba sin jugar con México desde 2019 y tenía que estar cinco años sin disputar un torneo internacional para poder hacerlo con España. Ha merecido la pena la espera. Sabía que la oportunidad iba a llegarme, he tenido que pelear esa plaza y estoy muy ilusionado porque viviré mis primeros Juegos tras más de 20 años de carrera, con el añadido de que lo haré junto a mi esposa. Queremos dejarnos la piel por esta camiseta”.
El conjunto español, vigente subcampeón de Europa, cuenta con un bloque estable, el mismo que quedó cuarto en Tokio 2020 y solo con dos caras nuevas para París -Lalo y Alexis Ruiz-. “Soy el nuevo, tenía miedo y nervios por cómo iban a reaccionar, ya que le he quitado el puesto a alguien que sí ha nacido en este país. Pero el grupo me recibió de maravilla, me ha acogido muy bien y me siento uno más. Vengo para aportar todo lo que sé”, subraya. España se medirá en la fase de grupos a EE.UU., Países Bajos y Australia. “Estamos los ocho mejores, no hay selección fácil, todas son fuertes. El debut con los norteamericanos nos vendrá bien para saber en qué punto estamos. Tenemos un gran equipo, hay confianza y ambición, aspiramos a lo máximo. Queremos traernos una medalla”, apostilla el ‘comandante’ Prieto, un deportista acostumbrado a batallar en la vida.
LALO PRIETO
Eduardo Geovani Prieto Barragán (Guadalajara, México, 1986). Baloncesto. Dos bronces con México en la Copa de América. En los Juegos Paralímpicos de París debutará con la selección española.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Trabajador, luchador y objetivo.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
Chocolate y frutos secos.
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
Cocinar, es algo que tuve que aprender desde pequeño. Se me da muy bien hacer la cochinita pibil, un plato típico mexicano.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
Regresar al pasado.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
Antes, al agua, cuando era niño estuve a punto de ahogarme. Ahora le tengo fobia a los espacios pequeños.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
La tostada con tomate y jamón.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
A la montaña, me gusta estar en contacto con la naturaleza.
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
Una navaja, un mechero y dos cabras para tener algo de carne que comer -ríe-.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En un león.
10.- Una canción y un libro o película.
‘Eyes of the tiger’, de Survivor. Y película, ‘El fuego de la venganza’.