C’est fini. Se apagó la llama del pebetero en el Jardín de las Tullerías. La 17ª edición de los Juegos Paralímpicos ya es historia. Francia clausura una cita marcada por el éxito deportivo, organizativo y social, una reconciliación con el espíritu paralímpico y que eleva el listón para la cita de Los Ángeles 2028. Han sido los Juegos de la gente, de la luz después del silencio de Tokio, de la festividad de una ciudad que se ha rendido al espectáculo que supone ver a las grandes figuras del deporte en el marco de la monumentalidad de París.
Ha brillado con el esplendor de sus sedes y por la implicación incondicional del público y de la horda de afables voluntarios, a los que se le rindió homenaje en la ceremonia de clausura. La capital francesa ha sabido poner en valor su patrimonio, su belleza, sus rincones más icónicos, para situarlos como escenarios deportivos. Un gran acierto llevar los estadios a la Torre Eiffel, a la plaza de la Concordia, a los Campos Elíseos, al Grand Palais, al puente Alejandro III, al Castillo de Versalles, a la Explanada de los Inválidos o al río Sena, una apuesta atrevida que salió bien.
Es el legado de París y su embrujo, con pabellones y estadios abarrotados como Saint-Denis, Roland Garros, La Défense o Bercy Arena. Francia cierra su cita orgullosa y satisfecha, con altas cifras de participación y sin problemas de seguridad, una las principales preocupaciones. Unos 35.000 agentes, entre policías, gendarmes y unidades extranjeras, han velado cada día para que todo transcurriera con normalidad. Tras 11 días intensos de deporte, fiesta urbana y ambiente alegre, bajo la lluvia el Stade de France se convirtió en una sala de concierto con bailarines, acróbatas e interpretaciones musicales.
Más de 60.000 aficionados entonaban La Marsellesa y los abanderados desfilaban por la pista teñida de violeta ante una ovación atronadora y envueltos por las melodías de ‘Carros de fuego’, ‘Les Champs-Elysées’ o ‘I will survive’, interpretadas por la Banda de la Guardia Republicana. Los deportistas de los diferentes países, que aguantaban estoicamente el chaparrón, bailaban y cantaban. El nadador Miguel Luque y la esgrimista Judith Rodríguez fueron los encargados de enarbolar la bandera española.
Sonó Johnny Hallyday y su ‘Que je t’aime’, un himno al amor para sellar el relevo entre París y la próxima sede. La fiesta culminó su viaje cuando la llama paralímpica se apagó en un suspiro, al mismo tiempo que, en el cielo parisino, el pebetero encarnado en un anillo coronado por una gigantesca esfera también desaparecía en la oscuridad. Merci, París; Welcome, Los Ángeles. El camino lo tiene iluminado.
España acaba con 40 medallas
El equipo español ha cerrado los Juegos Paralímpicos con buena nota tras conquistar 40 medallas, un valioso botín de 7 oros, 11 platas y 22 bronces. Finaliza 16ª en el medallero, mejorando los registros de Tokio 2020 (36) y quedándose a solo dos de Londres 2012. Una edición más, China ha ocupado el primer peldaño (220 medallas), seguida de Gran Bretaña (124) y de Estados Unidos (105).
La piscina sigue siendo el principal caladero de España, cuyos nadadores salpicaron 15 metales en La Défense Arena. La gran protagonista ha sido Tasy Dmytriv, un prodigio que vino de la fría Ucrania y que se ha fraguado bajo el cálido clima del Mediterráneo. A sus 16 años, la almeriense desplegó su descaro y talento para ganar un oro en 100 braza SB8 y dos bronces en 200 estilos SM9 y en un relevo. Tres veces subió al podio una colosal Marta Fernández, que desafió una vez más a su enfermedad neurodegenerativa y cuya espasticidad va cada vez a peor, llevando su cuerpo al límite. En los últimos días tuvo que parar tras salírsele el hombro, pero ya le había dado tiempo a ganar una plata en 100 libre S3 y dos bronces en 50 espalda S3 y 50 braza SB4.
Otro triplete logró Núria Marquès con dos platas en 100 espalda S9 y 200 estilos SM9 y un bronce en relevo. Íñigo Llopis alcanzó el otro oro de la natación tras una exhibición en 100 espalda S8. El donostiarra formó parte del bronce del relevo 4×100 estilos mixto, integrado también por Sarai Gascón, José Antonio Marí, Óscar Salguero, Tasy y Núria. Otro relevo, el 4×100 libre con José Ramón Cantero, Kike Alhambra, Emma Feliu y María Delgado ganó el bronce.
Precisamente, la aragonesa se embolsó un bronce en 100 espalda S12. Toni Ponce fue plata en 100 braza SB5 y Alhambra bronce en 100 mariposa S13. Miguel Luque nunca falta a su cita con el podio y en 50 braza SB3 se colgó el bronce, el mismo que alcanzó la incombustible Teresa Perales. La leyenda española dio otra lección de perseverancia y fe en el agua al ganar el bronce en 50 espalda S2, que supone la número 28 en su palmarés.
El ciclismo fue otro deporte que aportó éxitos. Rendimiento espectacular el que ofrecieron los ciclistas dirigidos por Félix García Casas con ocho medallas, mejorando los resultados de los tres últimos Juegos. El más laureado fue Ricardo Ten, imperial en la carretera de Clichy-sous-Bois al llevarse el oro en la contrarreloj C1. En el velódromo, el valenciano sacó un bronce en persecución y una plata en la velocidad por equipos junto a Pablo Jaramillo y Alfonso Cabello, quien ganó otro bronce en el kilómetro contrarreloj C5. Sobre el asfalto, el handbiker Sergio Garrote se llevó el oro en la crono y la plata en la ruta H2, mientras que Eduardo Santas (C3) fue plata y Damián Ramos (C4) bronce en la contrarreloj.
En el Stade de France cayeron siete medallas para el atletismo, más una en la Explanada de los Inválidos con la plata de Alberto Suárez en maratón T12. Pudieron ser dos, pero Elena Congost vivió un dramático final al ser descalificada a dos metros de la meta cuando ya tenía el bronce. Yassine Ouhdadi se impuso en 5.000 metros T13; Álvaro del Amo, el ‘Fortius’ español, se colgó dos bronces en lanzamiento de peso y de disco F11; en la pista David Pineda fue plata en 400 metros T20; y en el foso de arena tres atletas dejaron su huella con sus saltos: plata de Sara Martínez (T12) y bronces de Alba García y Joan Munar (T11).
En un escenario icónico, entre el majestuoso río Sena y el puente Alejandro III, el triatlón español exhibió músculo con cuatro preseas: un sublime Dani Molina se coronó con el oro en PTS3, al igual que hicieron de forma incontestable Susana Rodríguez y su guía Sara Pérez en PTVI. Marta Francés cazó la plata en PTS4, misma categoría en la que Nil Riudavets fue bronce. El tenis de mesa mantiene su idilio con las medallas desde Barcelona 1992 y esta vez es gracias al debutante Ander Cepas, que fue bronce en clase 9. De una promesa a una veterana incombustible, la judoca vallisoletana Marta Arce, que demostró una vez más que el rendimiento deportivo no va ligado a la edad y fue bronce en el tatami en J2 -57 kilos.
Balas de bronce disparó Juan Saavedra en carabina de aire tendido 10 metros R3 en la galería de tiro de Châteauroux. En el Grand Palais, la viguesa firmó un ‘touché’ de bronce en florete que sirve para sacar a la esgrima en silla española del desierto ya que llevaba 24 años sin medalla paralímpica. E histórico fue el bronce conquistado por Dani Caverzaschi y Martín de la Puente en dobles empuñando la raqueta, el primer metal para el tenis en silla de ruedas en unos Juegos. Muchos se quedaron con la miel en los labios con cuartos puestos y hubo más de un centenar de diplomas.
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