Siempre sale a la piscina con sus inseparables cascos de los que emana música que la aísla del bullicio de las gradas y que la enchufa para la competición. Cuando se aproxima al poyete de salida repite el mismo ritual: se cruje los dedos de las manos, se sube el bañador y para activarse se echa agua dos veces en cada lado del cuerpo y una en la cara, en la que dibuja una sonrisa por defecto, inmarchitable. De carácter fiero y con determinación, Nahia Zudaire se ha asentado entre las mejores del mundo en natación, coleccionando metales en europeos y en mundiales. A sus 20 años se siente preparada para morder medalla en los Juegos Paralímpicos de París.
La guipuzcoana ha dejado de ser una promesa para convertirse en una realidad tras dar un salto vertiginoso en las últimas temporadas que le ha elevado a lo más alto. Con cada brazada salpica ilusión en la piscina Paco Yoldi de Anoeta, en San Sebastián, donde se han forjado otros nadadores como Richard Oribe (16 medallas paralímpicas), Sara Carracelas (10 preseas en los Juegos) o Íñigo Llopis, campeón del mundo y de Europa. “Hemos salido muy buenos deportistas de ahí. Sus aguas no son mágicas, supongo que es la garra vasca”, dice riendo.
La joven perla posee unas cualidades técnicas y físicas excelentes que le permiten disfrutar devorando kilómetros y récords de España. Tiene las mejores marcas en 50, 100, 200, 400 y 800 libres, 50 y 100 mariposa S8, así como en 200 estilos SM8 y en 50 y 100 braza SB7. Y aún continúa en plena cocción. El agua ha sido su hábitat natural desde los dos años, cuando sus padres la apuntaron a cursillos para bebés. “Ahí me siento como si tuviese alas, libre y muy cómoda. Desaparecen las barreras y esa falta de movilidad que tengo en mi día a día”, asegura.
Padece paraparesia en las extremidades inferiores causado por un problema cardíaco. Cuando tenía 15 meses le diagnosticaron coartación de la aorta: “Me lo detectaron cuando tuve una neumonía. Una parte de la arteria se estrechaba, era como si fuese un reloj de arena. La sangre no bombeaba de forma normal y esa falta de riego a la médula me hizo perder movimientos y capacidad muscular en las piernas, se paralizaron. Tengo menos fuerza de cintura hacia abajo y tuve que hacer mucha rehabilitación, pero aprendí otra vez a caminar. Ya de pequeña era muy testaruda, cuando quiero algo voy a por ello, nunca me rindo”, comenta.
Se agarró a la natación, aunque al principio para ella era solo un juego, por divertimento y como parte de la recuperación. “No tenía el objetivo de competir, pero poco a poco me fue enganchando”, afirma. Guarda un bonito recuerdo de su debut en natación adaptada en 2014, con diez años, en Zarautz: “Toqué la pared la primera, no me lo creía cuando me di la vuelta y vi que a mis rivales aún les quedaban metros por llegar. Fue mi primera victoria”. Sin embargo, su estreno en 2015 en Valladolid en el Campeonato de España AXA Promesas Paralímpicas -competición que luego ganó durante cinco ediciones- le dejó un sabor amargo.
“Era la primera vez que nadaba al lado de gente con diferentes discapacidades, me gustó mucho, pero los resultados no salieron como pensaba, fui quinta en tres pruebas y eso me provocó mucha rabia e impotencia, soy muy competitiva”, confiesa. Necesitaba un cambio de chip y lo encontró al ponerse en manos de Jon Murua, que ha sabido explotar sus virtudes: “Empecé a tomármelo más en serio y él ha sacado lo mejor de mí, formamos un buen equipo”. Con 14 años se clasificó para el Europeo de Dublín 2018 y se coló en cinco finales. Al año siguiente disputó en Londres su primer Mundial, que le sirvió de aprendizaje.
“Me pilló desprevenida, no era consciente de dónde estaba. No supe gestionarlo ni plantearlo bien, no di el nivel que tenía en los entrenamientos. Fue una experiencia dura de la que aprendí para las siguientes citas”, subraya. El punto de inflexión en su carrera llegó durante la pandemia del coronavirus, cuando sufrió una lesión de rodilla que le mermó físicamente. “Venía de una época complicada, todo se me hizo cuesta arriba, me sentía ahogada en mi propia mente y esa lesión fue una señal que me hizo mi cuerpo para que parase, no era capaz de mantener ese ritmo elevado de preparación. No quería nadar como lo estaba haciendo, así que reseteé mentalmente, modificamos aspectos en los entrenos y regresé más fuerte que nunca”, relata.
Tras ello llegó su explosión en la piscina, encadenando medallas en cada cita internacional. Además de arañarle unas décimas a sus mejores registros cada vez competía, ganó dos metales en el Europeo de Funchal (Portugal) 2021, tres bronces en el Mundial de Madeira 2022, una plata y un bronce en el Mundial de Manchester 2023, y una plata en 400 libre y un bronce en 100 braza SB7 en el Europeo del pasado mes de abril. “La mía ha sido una progresión gradual, he ido escalando con pasos firmes hasta plantarme en las primeras posiciones. Cada día me siento mejor con la forma de nadar, sin miedo y con la capacidad para hacer cosas importantes, todavía no sé hasta dónde soy capaz de llegar”, apunta.
Ya estuvo en Tokio 2020 siendo la benjamina de la expedición española, “fue un evento de otra magnitud, algo inolvidable”. Ahora a París, sus segundos Juegos, llega con más tablas y madurez, más fuerte psicológicamente y con los objetivos claros. “Tengo ganas de vivirlos porque vendrán a verme mis padres, mi hermano y mis amigos. Contar con su calor y apoyo será muy importante, un extra de motivación. Aún no estoy en mi máxima versión, pero sí más preparada que en los anteriores. Me queda margen de mejora y quizás alcance mi mayor nivel para Los Ángeles 2028”, asevera.
La nadadora de Zubieta apuesta por el 400 libre S8, prueba en la que es la actual subcampeona del mundo y de Europa. “He bajado mi marca bastante y estoy muy contenta. Quiero reflejar en el agua todo lo que he trabajado en los últimos meses, soy ambiciosa y voy a por medalla, para eso entrenamos. Tengo nivel y quiero lucharlo, pero dependerá de muchos factores que no puedo controlar, de cómo lleguen las rivales o de si aparecen nuevas. También me veo con opciones en el 100 braza SB7, aunque toca justo al día siguiente del 400, y me haría ilusión participar en algún relevo. No soy una nadadora con una clase especial, pero sí de mucho nervio competitivo, cabezonería, disciplina y autoexigencia. Y espero demostrarlo en París”, sentencia.
NAHIA ZUDAIRE
Nahia Zudaire Borrezo (Guipúzcoa, 2004). Natación. Ha ganado cinco medallas en mundiales y cuatro en europeos. Disputa sus segundos Juegos Paralímpicos.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Cabezota, risueña y autoexigente.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
El ‘foam roller’ (rodillo de masajes para estirar músculos) y galletas Reese’s para comer con Marta Fernández, mi compañera de habitación.
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
Cocinar.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
Volar.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
A las arañas.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
El aguacate.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
A ver el mar.
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
Una navaja.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En un delfín.
10.- Una canción y un libro o película.
‘Iseo & Dodosound’, de Rootsy. Un libro, ‘Marina’, de Carlos Ruiz Zafón.