Una hernia en la espalda impidió a María Delgado rendir a su nivel y luchar por medallas en Tokio 2020. La lesión le martirizó, dolores en la ciática y en la zona lumbar, y su pierna derecha se le dormía mientras nadaba. Aquella amargura ha podido quitársela en La Défense Arena de París tras conquistar un bronce redentor en los Juegos Paralímpicos en 100 espalda S12.
Tras pasar por quirófano en enero de 2022, la zaragozana, una de las referentes de la natación española a sus 26 años, tenía hambre y ganas de redimirse y volver a un podio en la cita magna, como ya hiciera en Río de Janeiro 2016 con dos bronces. En estos dos últimos años desplegó su lado más competitivo y ganó ocho preseas entre los mundiales de Madeira y Manchester. Vino a la capital francesa con una misión, aumentar su palmarés. Y lo ha hecho.
Necesitaba toda su energía, todas las reservas para alcanzar el objetivo. Era consciente de que aparecía en las quinielas para subir al podio, pero había que pelearlo en la piscina, nadie iba a regalarle nada. Le sacó filo al nado subacuático, se mostró muy fuerte debajo del agua y cuando emergió se colocó en segunda posición. Tras el viraje no pudo mantener ese puesto ya que le superó la ucraniana Anna Stetsenko, que acabó logrando la plata. La brasileña, un escalón por encima del resto, fue directa hacia el oro.
La aragonesa le sacaba cierta distancia a la francesa Leane Morceau, espoleada por un ruido estruendoso que descendía de las gradas anhelantes. No era una amenaza real, pero no se confió, apretó, le puso toneladas de corazón y amor propio, y estirando una última mano llena de hambre y ambición, ganó el bronce tras parar el crono en 1:11.33. Emoción desatada y felicidad para Delgado, que tiene toxoplasmosis congénita que le impide la visión total del ojo izquierdo y parcial en el derecho.
Es uno de los diamantes de la natación, no solo por su calidad y brillantez, sino también por su versatilidad y disciplina. Ahora saborea el bronce que no pudo morder hace tres años en Tokio. Una recompensa a su persistencia. “Ocho años esperando este momento, ocho años de trabajo, de esfuerzo y de dedicación pura. Y aquí está, un regalo”, decía emocionada en la zona mixta tras recoger su medalla. Esta presea tiene una dedicatoria especial para su hermano, que viajó anoche desde Nueva York solo para verla. “Tenía cierta presión, como falle, verás -ríe-. También se la dedico a mi entrenador y a mi familia.