Después de los dos oros a primera hora de la mañana con Ricardo Ten y Sergio Garrote, el ciclismo español sumó una medalla más en la contrarreloj de los Juegos Paralímpicos con el bronce de Damián Ramos. El gallego se coló en el podio en categoría C4 tras cuajar una espectacular actuación sobre el asfalto de Clichy-sous-Bois, municipio a las afueras de París. El suyo ha sido un metal de fe y tenacidad que acabó en lágrimas de felicidad.
Desde pequeño había perseguido el sueño de competir en unos Juegos Olímpicos como piragüista. El tren se le escapó en Londres 2012 y decidió cambiar la pala por los raids de aventura en la montaña. Hace una década, en una de esas pruebas de extrema resistencia sufrió una grave caída desde 30 metros de altura. Se rompió tibia y peroné, y el tobillo le quedó inerte. Para él, lo más duro fue lidiar con el cargo de conciencia ya que fallecieron tres guardias civiles que acudieron a su rescate.
Con el ciclismo volvió a resurgir de sus cenizas y ahora en París, a golpe de pedales, ha cumplido aquel anhelo y con creces tras colgarse la presea de bronce. Hace un año en el Mundial de Glasgow se quedó a las puertas del podio con la medalla de ‘chocolate’. Aquello le sirvió de aliciente para ponerse manos a la obra y prepararse duro con el objetivo de llegar a la cita magna y demostrar todo el potencial que atesora.
Volaba en los primeros kilómetros, desencadenado, con un pilotaje rápido y técnico para ponerse en cabeza en el primer intermedio. Al paso por el kilómetro 14 el francés Kevin le Cunff se situó por delante con cinco segundos de ventaja y después perdió otro puesto en beneficio del otro francés, Gatien le Rousseau. Al coruñés le tocaba defender su botín. Con pedalada ágil y sin negociar un esfuerzo, corrió con las piernas y ganó el bronce con la cabeza. Cruzó la meta con un tiempo de 38:05.94, solo siendo superado por Le Cunff (36:46.49) y Le Rousseau (37:18.38).
“He tenido fechas claves, como el del accidente de tobillo tan grave, que me tuvo dos años en silla de ruedas, pero hoy es el día más feliz de mi vida. Un ciclo paralímpico es salvajemente difícil, pero el objetivo está cumplido. Fui de más a menos, suelo pinchar como un globo y es esa capacidad de sufrimiento, esas ganas de soñar, de apretar, lo que me vuelve a mantener en carrera. Iba cuarto y pude remontar otra vez hasta el tercero”, ha explicado.