Bajo un cielo azul cobalto, entre los puentes del Alamillo y de la Barqueta, con movimientos gráciles avanza rápido y el baile de sus brazos abre surcos en las aguas tranquilas. Daniel Díaz, de piel bronceada, gafas de sol, melena y barba oscura, es un ‘vikingo’ del Guadalquivir, el río en el que se forjó. El remo era su pasión, hasta que una lesión y los estudios le obligaron a dejarlo. Tras más de dos décadas alejado de su deporte, en plena pandemia de la Covid-19 volvió a bogar. Este año fue reclutado por la selección española y ahora capitaneará el barco cuatro con timonel en los Juegos Paralímpicos de París.
El sevillano, del barrio de la Macarena, aún se pellizca para comprobar que lo que está viviendo no es un sueño. “Es de película, ya tenía olvidado el remo y de pronto me llega la oportunidad de competir en el mayor evento deportivo”, dice con una sonrisa orgullosa. Aprendió a dar paladas de niño, a pocos metros del Centro Especializado de Alto Rendimiento de la Cartuja. “Practicaba fútbol, tenis y baloncesto, y cuando probé el remo me atrapó por los valores que transmite, por el sacrificio y el esfuerzo, por el compañerismo y la hermandad que se forma. Mi madre fue la primera presidenta del Club de Remo Guadalquivir 86, en el que nos conocen como los vikingos por uno de nuestros logos -ríe-. Allí me crie, he mamado este deporte desde pequeño y en el río acabarán mis cenizas el día que muera”, asevera.
Descolló pronto, apuntaba maneras como una promesa andaluza, siendo campeón de España en cadete y en juvenil. Su objetivo era acceder a la selección nacional para competir a nivel internacional. Lo tuvo cerca, pero una tendinitis rotuliana frenó sus aspiraciones. “Otros compañeros del club sí lo lograron y yo tuve que decir adiós en el verano de 1995, fue una despedida amarga porque amaba lo que hacía”, lamenta. Cerró la puerta de un posible regreso cuando terminó la carrera de Arquitectura Técnica y comenzó a trabajar. Unos años más tarde, en 2007, fue diagnosticado con esclerosis múltiple. Los brotes se sucedían y los problemas de movilidad se extendieron por el lado derecho del cuerpo.
“Lo más afectado es la pierna, estoy cojo, no tengo fuerza ni puedo andar grandes distancias. Es lo más visible, pero la enfermedad, que es degenerativa, abarca más, como falta de equilibrio, el cansancio, la pérdida de sensibilidad. Trabajo cada día para que el avance sea lo más lento y suave posible. Y el deporte me está ayudando a ponérselo más difícil, a retrasar ese deterioro cognitivo”, explica. Durante la pandemia, como ya no podía correr por los problemas físicos ni tampoco ir al gimnasio “por miedo a los contagios al ser una persona inmunodeprimida”, su mirada se desvió hacia el río. Volvió a subirse a un bote en 2021, de manera ociosa, sin más pretensión que la de disfrutar al aire libre.
Pero la vena competitiva de Daniel es indomable y comenzó a participar en pruebas amateur por Sevilla. A finales de 2023 se le encendió la luz cuando, a través de las redes sociales, descubrió que uno de los entrenadores de la selección española de remo adaptado es Pablo Garrido, antiguo remero de su club. “Contacté con él y me dijo que contaban conmigo, que era la pieza perfecta que faltaba para el cuatro con timonel, que en mayo de 2024 había una regata clasificatoria para los Juegos de París. Pero no sabía si iba a durar ni un mes porque los entrenamientos a este nivel son muy duros y llevaba muchos años en el dique seco. Los primeros meses los pasé fatal, pero mi cuerpo lo toleró y respondió bien. Gané incluso el Campeonato de España de remoergómetro en marzo”, cuenta.
En abril tuvo su primer contacto con la embarcación junto a Pepi Benítez, Vero Rodríguez, Saúl Peña y Leonor García -timonel-, aunque una fisura en las costillas le hizo parar durante cuatro semanas y le privó de disputar el Europeo de Szeged (Hungría). Entre algodones y con apenas diez días de entrenamientos llegó a su debut en mayo en la regata de Lucerna (Suiza), en la que España quedó tercera, una posición que le permitía optar a una invitación para la cita paralímpica. “Fue de récord, con muchas dificultades, sin una preparación óptima, pero cumplimos el objetivo. Ese día pude quitarme esa espinita de frustración que llevaba clavada desde los 18 años, cuando me quedé a las puertas de la selección española. Lo que estoy viviendo es un regalo inesperado”, dice.
Sus compañeros y entrenadores coinciden en que era el refuerzo que les faltaba en el bote, al que todos ven como un líder. “He incorporado esa experiencia, puedo aportar también mi garra y la técnica, que es mi punto fuerte. Me gusta esa responsabilidad, cada uno se siente bien en el papel que nos han encomendado, pero aquí tiramos todos y vamos a una, de lo contrario no funcionaría. Pepi tiene una enorme capacidad de sufrimiento, Vero es fortaleza mental, Saúl es energía y Leonor sabe motivarnos y dirigirnos desde el timonel. Con trabajo, estoy convencido de que podemos llegar lejos”, afirma.
A sus 46 años, el sevillano afronta sus primeros Juegos Paralímpicos con mucha ilusión sobre un bote novato que navega en armonía, equilibrio y ritmo. Consciente de que en aguas del Estadio Naútico Vaires-sur-Marne tendrán que lidiar con potencias mundiales, asegura que el acudir sin presión les puede hacer peligrosos. “Representar a España es lo máximo a lo que puedo aspirar, tengo que darlo todo en cada palada por la oportunidad que me han dado y que ni en sueños lo habría imaginado tras más de 20 años sin remar. A París vamos más fuertes, llevamos una evolución continua, hemos crecido en cada serie en estos últimos meses y podemos dar alguna sorpresa. No conocemos nuestro techo, soy ambicioso y veo posible meternos en la final A, no es una locura. Aunque el hecho de estar en los Juegos es ya un gran logro”, sentencia.
DANIEL DÍAZ
Daniel Díaz Alcaide (Sevilla, 1978). Remo. En París disputa sus primeros Juegos Paralímpicos.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Abierto, empático y cabezota.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
Hilo dental y cortaúñas.
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
Para el bricolaje.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
No lo sé.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
A las películas de miedo.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
El café.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
Me gusta coger la caravana y estar en contacto con la naturaleza.
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
Un mechero y un cuchillo.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En un perro.
10.- Una canción y un libro o película.
La película, ‘La lista de Schindler’, y la canción, su banda sonora.