Una centésima de segundo le cerró la puerta paralímpica de Tokio 2020 a Kike Alhambra. No claudicó, tenía 17 años y una carrera en la rampa de salida en la piscina. Cambió rutinas y se exprimió en el agua para alcanzar su sueño, acudir a sus primeros Juegos. En París, el debutante español ha sacado todo su potencial, pundonor y fe para dar la sorpresa al colarse en el podio en mariposa S13 con un bronce muy peleado tras protagonizar una remontada. Es la segunda presea de la natación española tras el bronce de Miguel Luque en 50 braza SB3.
El joven valenciano acudía a La Défense Arena de París sin presión ni complejos, dispuesto a plantar batalla a figuras mundiales de la talla del bielorruso Ihar Boki -se llevó el oro-, del francés Alex Portal -plata- o del ucraniano Oleksii Virchenko, con quien libró una pugna muy igualada en los metros finales. No tuvo su mejor salida y nadó en quinta posición en el primer largo. Volteó y avanzó bajo el agua más rápido que algunos rivales, ganando un puesto.
Emergió voraz, tenía varias amenazas en los otros carriles, pero en un arrebato desesperado y con su capacidad de acelerar gastó los gramos de energía que le quedaban, se vio poderoso y puso a hervir el agua en cada aleteo para tocar la pared en tercer lugar con un tiempo de 56.27 segundos, aventajando en 34 centésimas al ucraniano. Puño en alto y sonrisa de oreja a oreja para Alhambra, un nadador que salpica descaro, talento y ambición.
“Aún lo estoy asimilando, no me lo termino de creer, es un sueño cumplido debutar de esta forma en unos Juegos Paralímpicos, sabe a pura gloria. Me he visto fuerte, he ido de menos a más y me he sentido muy bien. Ahora a seguir peleando, aún no toca celebrarlo porque quedan pruebas por delante -100 espalda y algún relevo- y quiero llegar lo más lejos posible en todas ellas. Se lo dedico a mi familia, a mis entrenadores de estos cuatro años, a mis compañeros y a todos los que me han apoyado y animado para que fuera a por la medalla”, ha comentado.
Alhambra, que a los seis años le diagnosticaron síndrome de Stargardt, una distrofia macular degenerativa que afecta a la retina de los ojos, se forjó de niño entre las piscinas del Club Valenciano y del Aquatic Campanar, y creció al lado de ilustres nadadores de su ciudad como José Antonio Marí, Ricardo Ten o David Levecq. El pasado año protagonizó la eclosión que ya se vislumbraba desde hace un tiempo, dio el estirón en el Mundial de Manchester con una plata en 100 espalda, un bronce en 100 mariposa S13 y dos platas en relevos.
Aquel niño de Paterna (Valencia) jamás imaginó que alcanzaría cimas tan altas, su única pretensión cuando se zambullía en el agua era pasarlo bien. “Hasta los 11 años no empecé a competir y recuerdo que al principio me tiraba a la piscina de bomba o cuando veía a los padres animando en las gradas me paraba y me ponía a saludar”, aseguraba en una entrevista con dxtadaptado.com. Tras alcanzar su primera medalla paralímpica, no se conforma y en París quiere más.
Otros nadadores españoles también compitieron en esta primera jornada y se llevaron diplomas. Muy cerca del podio se quedó Núria Marquès al ser cuarta en 400 libre S9 (4:48.39), a menos de un segundo del bronce. En la misma prueba en categoría masculina, el coruñés Jacobo Garrido fue quinto con 4:16.49, también a menos de un segundo del tercer puesto. El madrileño Miguel Ángel Navarro, que se ha convertido en el primer español de la historia en clase S1 -discapacidad física severa- que disputa competiciones internacionales, acabó sexto con 3:52.51.
La aragonesa Teresa Perales, que solo puede nadar con un brazo por la lesión del hombro izquierdo que arrastra desde hace varios años, fue quinta en 100 espalda S2 con 2:37.53. Vicente Gil fue sexto en 50 braza SB3 (53.06), Juan Ferrón séptimo en 100 mariposa S13 (59.77), María Delgado sexta en 100 mariposa S13 (1:06.70) y en 200 libre S5, Toni Ponce cuarto (2:34.25) y Luis Huerta sexto (2:45.30).