Eder Rodríguez lleva unos meses flotando en una nube de endorfinas. En concreto, desde el pasado 21 de abril, cuando aquella mañana al despertar se le iluminó el rostro y lágrimas silenciosas rodaron por sus mejillas al ver en su móvil las felicitaciones de entrenadores y compañeros de la selección española. Sí, el sueño que perseguía desde que agarró por primera vez una pala en 2011, se tornó realidad: clasificado para unos Juegos Paralímpicos. Con trabajo, tesón y la garra que rezuma en cada golpe se ha erigido en uno de los mejores jugadores del mundo de tenis de mesa en clase 3 (silla de ruedas).
“Han sido muchos años de espera, no pude subirme al tren de Tokio 2020, pero no me rendí, seguí luchando y París 2024 es la recompensa a un camino de esfuerzo, sacrificio y horas de entrenamientos”, recalca. Llegó a temer por su presencia en la cita francesa ya que una semana antes de sellar su billete se fracturó el fémur derecho tras una caída en el jardín de casa. “Fue un jarro de agua fría, pensé que me perdía los Juegos, estuve unos días muy angustiado, me colocaron un clavo desde la cadera hasta la rodilla. Aunque todo salió bien, por suerte tengo a mi mujer que es fisioterapeuta y me ayudó en la rehabilitación. Nada iba a frenarme”, explica.
Un contratiempo que era peccata minuta para alguien como él, que lleva 22 años lidiando con una lesión medular. Tuvo una infancia “con curvas” y muchos cambios de domicilio, “pero feliz”. Se crio con sus abuelos, luego con su madre y su hermano se asentó en el barrio de Carabanchel (Madrid), donde disfrutaba golpeando un balón de fútbol. Hasta que a los 14 años su vida cambió en un accidente de tráfico. Se dirigía a su pueblo, Cazalegas (Toledo), para pasar unos días de verano, cuando el infortunio le alcanzó. “Éramos cuatro personas, yo iba en la parte de atrás de un coche muy antiguo que no tenía cinturón de seguridad, reventó una rueda, el vehículo hizo un trompo, chocó contra un muro de arena y salí despedido por la luna trasera hasta caer en el asfalto”, relata.
Sufrió una lesión medular a nivel D4 y múltiples fracturas en codo, clavícula y otros huesos. El miedo y la incertidumbre se apoderó de aquel adolescente cuando despertó en la UCI del Hospital 12 de Octubre de Madrid, entre cables y tubos. “Cuando los médicos me dijeron que no volvería a caminar y que la silla me acompañaría para el resto de mi vida, el impacto fue muy fuerte, era un crío y el mundo de la discapacidad era desconocido para mí. Sin embargo, lo afronté con una madurez impropia para esa edad, pasé momentos malos, pero no me amargué, siempre he sido muy positivo y he querido superarme a mí mismo”, cuenta.
Le ayudó su estancia de seis meses en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, rodeado de jóvenes en situaciones similares. “Recuerdo que estuve dos meses sin levantarme de la cama y en la planta de niños era costumbre que todos fuesen a la habitación del paciente nuevo. Venía tanta gente que se me subían las pulsaciones de lo nervioso que me ponía -ríe-. Hicimos piña, éramos una familia y eso me sirvió para salir adelante”, apunta. Allí probó el tenis de mesa como forma de rehabilitación, pero no le llamaba la atención. Abrazado al deporte recuperó el pulso de su vida. Practicó pádel, jugó al baloncesto en silla y patinó sobre hielo.
Hasta que volvió a reencontrarse con la pala y la mesa azul. Esta vez, en las instalaciones de la Fundación del Lesionado Medular. Miguel Ángel Toledo, hoy uno de los referentes mundiales en clase 2, creó un club y convenció a Eder. “Me enganchó desde el primer momento, me pasaba siete u ocho horas jugando. A mi compañero de selección le debo mucho, con él crecí y me abrió las puertas de lo que se convertiría en mi gran pasión”, asegura. De carácter arrollador y optimista, el madrileño debutó a nivel internacional en 2014 en el Open de España: “Iba como un flan, sin experiencia, perdí los seis partidos que jugué -ríe-, pero aprendí de esas derrotas para coger impulso”.
Nunca bajó los brazos y ahora está instalado en la élite, con un palmarés en el que figuran más de 20 medallas. Perfeccionó su técnica y juego en el Club La Raqueta de Monachil (Granada) al lado de dos “maestros”, Manuel Robles, leyenda del tenis de mesa en silla -disputó seis Juegos Paralímpicos y logró dos bronces-, y Miguel Rodríguez, otro pionero que dejó huella. Con ambos hizo historia ya que los tres, con lesiones medulares, vencieron en la Liga de Tercera Nacional a dos equipos formados íntegramente por gente que juega a pie. “Los dos han sido claves en mi progresión, subí bastante el nivel con ellos, me enseñaron todo lo que sabían, les debo mucho. Miguel confió en mí y me decía que algún día disputaría unos Juegos”, asiente.
Con él consiguió el mayor éxito de su trayectoria, un bronce en el Mundial por equipos en Eslovaquia en 2017. “Habíamos jugado juntos solo un par de torneos previos y salió perfecto, solo perdimos con los alemanes, que fueron campeones, a los que fuimos ganándoles por 2-0 en semifinales. España no sacaba una medalla mundialista en categoría en silla desde 2007”, afirma. Eder se quedó a las puertas de ir a Tokio 2020 y atravesó una etapa de bajón en la que pensó en colgar la pala, pero no claudicó. Ha completado un magnífico ciclo con varias medallas importantes, como una plata en Egipto y un oro en Brasil este año, que le dieron el empujón definitivo para estar en París 2024.
Una década después de empezar a competir, el sueño se ha hecho realidad. “Lo afronto con mucha ilusión, quiero disfrutar cada momento. Estar en los Juegos ya es un premio, pero no voy de vacaciones, sacaré mi mejor versión para pelear por una medalla. Aunque voy sin presión, al no estar entre los favoritos jugaré más relajado y eso me hace más peligroso, el que se enfrente a mí tendrá que sudar para ganarme. Me gusta jugar al contraataque, tengo un buen revés, soy guerrero y peleo hasta el último punto”, agrega. En el dobles clase MD8, con Javier López Sayago, las opciones de estar en el podio aumentan. “Llevamos poco más de un año como pareja y lo estamos haciendo bastante bien, tenemos un estilo parecido. En esta prueba la competición se iguala más, así que somos ambiciosos y vamos a por las medallas, podemos dar la sorpresa en París”, concluye Eder Rodríguez.
EDER RODRÍGUEZ
Roberto Eder Rodríguez (Madrid, 1987). Tenis de mesa. Bronce mundial en 2017. Cuenta con una veintena de medallas internacionales. Debuta en unos Juegos Paralímpicos.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Inquieto, perseverante y alegre.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
El trípode para grabarme en los partidos.
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
Con el manejo de la silla de ruedas, soy muy friki, me gusta hacer caballitos, dar vueltas, subir y bajar bordillos -ríe-.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
Teletransportarme.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
No tengo miedo a nada.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
Una tortilla de patatas.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
A mi pueblo, Cazalegas (Toledo).
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
A mi mujer, Marina.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En un águila.
10.- Una canción y un libro o película.
‘Insurrección’, de El Último de la Fila. Libro, ‘Drácula’, de Bram Stoker. Y película, ‘Gladiator’.