‘Dalo todo, deprisa, sin ahorrar, hasta que el cuerpo no pueda más’. Es el mantra que mueve a Eduardo Uceda en la vida, en el atletismo y en la música. Sus zancadas retumban en la pista como un concierto de heavy metal o de rock and roll, su otra gran pasión, la banda sonora de su día a día. Enérgico, osado y optimista, con el corazón de doble bombo y una determinación de titanio, se ha convertido en uno de los mejores velocistas ciegos del mundo. Sobre el tartán vuela al ritmo de las melodías de ‘Judas Priest’ o ‘Mägo de Oz’, su gasolina antes de correr. Es pura seguridad en sí mismo y está convencido de que en París puede alcanzar su primera medalla en unos Juegos Paralímpicos.
La música la lleva en las venas, ha sido una obsesión desde pequeño, cuando ponía los vinilos y los cedés de su padre y se hizo fanático de grupos como ‘Los Porretas’, ‘Barón Rojo’, ‘Iron Maiden’, ‘Panzer’ y otros muchos. “De niño era muy inquieto y no veía los dibujos animados, desde que me despertaba escuchaba canciones, es mi esencia. Y me sirve para todo, me anima cuando estoy triste, me tranquiliza cuando estoy nervioso, es una motivación, el ímpetu para querer comerme el mundo. Sin ella no habría llegado lejos en el deporte. La música es como esa pareja perfecta que todos buscamos, no tiene ningún fallo y jamás me deja tirado, me levanta tras cada caída”, afirma.
El madrileño, del barrio de Hortaleza, después de los esprines cambia sus mallas, zapatillas de clavos y gafas con las que combate la fotofobia y se adentra en el mundo metalero para lucir botas vaqueras, chaqueta de cuero con herrajes, jeans ajustados, gorro con pinchos y camiseta negra con el estampado de alguna banda. Toca la batería y la flauta travesera, y también canta. Ha pisado escenarios, como en la fiesta de su pueblo, La Toba (Guadalajara), o en algunas salas pequeñas de Madrid. Ahora está componiendo su primer disco, con la ayuda de dos ex miembros de ‘Mago de Öz’, Javi Díez y Patricia Tapia. “Va muy despacito, esto es cómo preparar unos Juegos, hay que ir poco a poco, con mucho empeño y mimándolo”, apunta. Entre una medalla paralímpica y un concierto en un estadio, lo tiene claro: “No puedo renunciar a ninguno de mis amores, soy súper ambicioso y quiero las dos cosas -ríe-”.
Empezó a los cinco años a correr por las pistas del Centro de Recursos Educativos de la ONCE, la forma en la que canalizaba su hiperactividad. Una meningitis bacteriana al nacer le provocó una atrofia en el nervio óptico. “Mis padres se percataron de ello cuando empecé a andar, ya que iba con inseguridad y me tropezaba mucho. Los médicos dijeron que era degenerativa, que iría perdiendo capacidad visual. Por el ojo derecho no veo y por el izquierdo solo formas o luces, pero sin distinguir nada. Nunca me frenó la ceguera, con constancia y dedicación he logrado mis objetivos. Aunque a veces me he venido abajo pensando en el futuro, me agobia no poder verle la cara a un hijo si lo tuviera”, explica.
Probó deportes en equipo como fútbol o goalball, pero el atletismo le daba mayor libertad y coordinación: “Salgo a volar, a vaciarme en cada carrera. A veces me he desmayado y he perdido el conocimiento, pero compensa ese sufrimiento porque siento paz”. Despuntó en campeonatos de España para jóvenes y en su bautismo internacional ganó un bronce en salto de longitud en el Mundial junior de Nottwil (Suiza) en 2017. Al principio corría en solitario, pero a medida que la oscuridad se fue adueñando de sus ojos, se vio obligado a recurrir a un guía. “Me salía de la calle al no ver las líneas y el sol me molestaba mucho. Correr atado a una persona me aporta seguridad”, apunta.
Jaime del Río fue su primer ‘lazarillo’ y con él se llevó un bronce mundialista en los 400 metros en 2019, también en Nottwil. Después conectó con Jorge Gutiérrez, con quien conquistó el bronce en el Europeo de Polonia en 2021 y acudió a los Juegos Paralímpicos de Tokio, donde se llevó un diploma al ser quinto en 400 T11. “Fue una experiencia brutal, recibí una invitación cuando ya tenía las maletas hechas para irme de vacaciones a Galicia. Me dejó un sabor agridulce porque la quinta plaza se me quedó corta, podría haber estado en la final y luchar por el podio”, lamenta.
Continuó al lado de su guía hasta el Mundial de París del pasado año, con una sexta posición que no le satisfizo. Sus caminos se separaron ahí. “Me ayudó mucho a crecer y le estoy agradecido, pero no encajamos al 100%, él tenía una zancada de cuatrocentista, y yo soy más explosivo. Tuve que dejar de hacer los 100 metros, me centré en lo que él podía correr y no en mí. Mi prueba es la de 400 metros, pero para estar a un nivel top tienes que tener velocidad y aguantar un ritmo elevado. Y en el último campeonato estaba para hacer un buen tiempo, pero tenía que tirar de él, eso me frenaba, y decidimos que lo mejor era cambiar”, asegura.
En la capital francesa debutó con Diego Folgado, sus nuevos ojos en la pista. Ambos demostraron su potencial en el Mundial de Kobe (Japón) en mayo, al ganar una plata en 400 y un bronce en 100 metros. “Diego es un todoterreno, puede con todo, me da una tranquilidad enorme, me guía muy bien y no noto que lo llevo al lado. Somos parecidos, muy ambiciosos. Es un atleta de 47 segundos, por tanto, ese margen de tres segundos conmigo se nota, vamos acompasados y la progresión está siendo constante”, comenta el madrileño, que a sus 23 años encara sus segundos Juegos Paralímpicos con más madurez, ilusión y hambre.
En París tratará de colarse en la final de los 100 metros, aunque su mente está puesta en los 400, prueba en la que tendrá que lidiar con el francés Timothée Adolphe, el brasileño Felipe de Souza o los namibios Ananias Shikongo y Chris Kinda. “Me veo fuerte y confío en mis posibilidades. Tengo ganas ya de estar en los tacos de salida y en reventar mi marca (52.01) para meterme entre los mejores. Si llego a 50 segundos, el podio será una realidad. Voy a por la medalla, no me escondo, luego si me llevo la hostia ya me recompondré, pero siempre aspiro a lo máximo, sé que podemos dar la sorpresa”, apostilla Uceda, alma de atleta y corazón metalero.
EDUARDO UCEDA
Eduardo Manuel Uceda Novas (Madrid, 2001). Atletismo. Plata en 400 metros T11 y bronce en 100 metros en el Mundial de Kobe (Japón) 2024. Bronce europeo en 400 metros en 2021 en Polonia. En París disputa sus segundos Juegos Paralímpicos.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Constante, enérgico e inquieto.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
Mi flauta travesera y una bandera de España.
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
La música. Canto y toco la flauta travesera y la batería.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
Teletransportarme.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
Miedo a perder a mis seres queridos.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
Una ensalada de tomate, lechuga, huevo cocido y aceitunas.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
A un parque o a un cementerio.
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
A una mujer -ríe-.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En una cobra real.
10.- Una canción y un libro o película.
‘Painkiller’, de Judas Priest. Un libro, ‘El resplandor’. de Stephen King. Y una película, ‘Isi/Disi’.