El repiqueteo de la pelota blanca al ser golpeada es la banda sonora en uno de los sótanos bajo la pista cubierta de atletismo del Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Entre mesas azul chillón y suelo rojo emerge la figura de Ander Cepas, uno de los jóvenes talentos españoles, la perla zurda de la pala que ha roto amarras para dejar de ser una promesa y convertirse en una realidad. A sus 20 años aún está en proceso de cocción, pero ya despunta entre los mejores del mundo del tenis de mesa en clase 9. Tras un desmedido estirón en las tres últimas temporadas, cosechando una treintena de medallas internacionales, se ha colado en sus primeros Juegos Paralímpicos. “París 2024 es la recompensa a todo el trabajo. Voy a pelear por las medallas con valentía y sin complejos”, dice.
El futuro, aseguran los técnicos de la selección, es suyo, pero él no despega los pies del suelo. “Hasta dentro de una década no alcanzaría mi mejor pico deportivo, me queda mucho recorrido y aspectos por pulir, soy joven, así que me presiono lo justo. Solo pienso en disfrutar, aunque obviamente, a todos nos gusta ganar títulos y soy muy ambicioso”, declara. El donostiarra lleva desde los 10 años con una pala en la mano, cuando le picó el gusanillo tras una visita a su colegio de algunos integrantes del Club Atlético San Sebastián: “Me enganchó la velocidad con la que se juega, la adrenalina que sentía. Me pasaba todas las tardes jugando, sin más pretensión que divertirme, jamás pensé que llegaría lejos”.
Incluso sacaba tiempo para compaginarlo con otras modalidades en el Club Deportivo Vasconia. “Practicaba fútbol, aunque era un paquete -ríe-. Y en baloncesto me defendía bien, llegué a ir con la selección guipuzcoana con gente sin discapacidad. Los fines de semana eran intensos, hasta que un día mis padres me dijeron que tenía que elegir uno y me decanté por el tenis de mesa porque ganaba partidos y me sentía como un niño más”, asegura. Ander nació con una hemiparesia lateral derecha provocada por la falta de oxígeno durante el proceso de parto. Tiene espasticidad en el brazo y en la pierna, así como poca movilidad y habilidad.
“A mi madre le hicieron una cesárea de urgencia, tuve suerte porque me sacaron pronto. Desde los seis meses ya hacía rehabilitación, el deporte me ha ayudado mucho. Con ocho años me operaron de un alargamiento del tendón de Aquiles porque andaba de puntillas. Lo que más se nota de mi discapacidad es la mano, que la tengo encogida. De niño tuve complejos, aunque nunca me sentí diferente al resto, solo que me costaba más hacer ciertas cosas. Igual que ahora, al lado de compañeros que son físicamente unos bestias, me veo como si fuese más torpe, pero siempre me esfuerzo y trato de dar mi mejor versión”, relata.
En el verano de 2016, durante un Campus en Granada descubrió el tenis de mesa adaptado al conocer a los palistas de la selección española que iban a disputar los Juegos de Río de Janeiro. “Aluciné viendo a José Manuel Ruiz, Álvaro Valera o Jorge Cardona, que ahora es mi compañero en dobles. David Corral, director deportivo de la federación, me vio jugar y me animó a que fuese al año siguiente al Campeonato de España. Desde entonces no he parado de evolucionar”, comenta. Lo fue compaginando con torneos convencionales, rompiendo barreras hacia la inclusión en categorías inferiores. Ganó una plata infantil en 2019, siendo superado solo por Daniel Berzosa, con el que comparte habitación en el CAR de Madrid. Y también debutó internacionalmente con la selección juvenil.
“En España juego con el Atlético San Sebastián en Segunda División. Medirme a algunos de los más fuertes del país es lo que me ha ayudado a dar un salto de calidad y a querer dar más de mí”, asevera. Su bautismo a nivel paralímpico llegó en 2018 en el Open de El Prat de Llobregat. Al principio le costó encadenar buenos resultados ya que estaba clasificado en clase 10, una categoría que no le correspondía por su discapacidad. “Se nota una barbaridad, jugaba con desventaja, me enfrentaba a rivales que compiten incluso a nivel absoluto, pero me permitió aprender porque tenía que exigirme más”, añade.
En 2021 bajó a clase 9 y su ascenso fue vertiginoso, pasando del puesto 38 al número 3 en el ranking ITTF. “Aquel cambio me abrió puertas para hacer cosas importantes. El momento que me hizo creer que valía para este deporte fue cuando en Platja d’Aro en 2022 le gané al australiano Lin Ma -campeón del mundo en cinco ocasiones y poseedor de cuatro preseas de oro y tres de plata en Juegos Paralímpicos-. Ese triunfo fue un golpe en la mesa para decir aquí estoy, plantando cara a los mejores, que ahora me respetan más”, explica.
A pesar de su corta trayectoria, en su palmarés luce 33 medallas (16 oros, 7 platas y 10 bronces). Sin embargo, Ander se muestra autocrítico con su rendimiento en las competiciones de mayor envergadura. “Está bien subir al podio en las pruebas Open, que te permiten estar arriba, pero en las citas grandes como Mundial o Europeo tengo que ofrecer más. En algunos campeonatos no di lo mejor que tengo, quizás atenazado por los nervios ya que me jugaba la clasificación a París 2024. Mentalmente no lo gestionaba bien, también porque me falta ese punto de madurez aún”, recalca.
El palista vasco confía en sacar todo el potencial que atesora y desplegarlo sobre la mesa en su estreno en unos Juegos Paralímpicos: “Estoy muy orgulloso porque me he esforzado y luchado durante muchos años para lograrlo. Tuve momentos de agobio y miedo a que se esfumase, pero por suerte voy a cumplir ese sueño de jugar en un gran escenario y arropado en las gradas por mis hermanos, mis padres y mis amigos. Ver esa imagen hará que todos los obstáculos que he tenido que sortear en el camino hayan merecido la pena”. Jugador agresivo, de carácter ofensivo, con buen resto y saque, espera dar guerra a cualquiera que tenga enfrente, incluso al belga Laurens Devos, favorito al oro.
“Es imbatible, no pierde desde 2016, cuando José Manuel Ruiz le ganó. El año pasado perdí 3-1 contra él, pero le costó ganarme. El oro parece que lo tiene reservado. Del número dos al 15 puede vencer cualquiera, hay tal competitividad en nuestra clase que te puedes quedar fuera a las primeras de cambio o llegar a la plata o el bronce. Las medallas son factibles y siempre apunto a lo más alto, confío en mí, llego fuerte y preparado para estar en el podio tanto en individual como en dobles con Jorge Cardona. Hemos ganado medallas en estos años, entre ellas, un bronce europeo. Encajamos muy bien porque nuestros estilos son distintos, Jorge me aporta seguridad y calma, nos retroalimentamos. Si tenemos el día podemos dar el pelotazo”, finaliza la nueva joya del tenis de mesa.
ANDER CEPAS
Ander Cepas Zapico (San Sebastián, 2004). Tenis de Mesa. Cuenta con una treintena de medallas internacionales, siendo bronce en el Europeo de 2022. Debuta en unos Juegos Paralímpicos.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Aunque puedan parecer antagónicos, soy serio, alocado y divertido -ríe-.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
El ordenador para estudiar en los ratos libres (Estudia la carrera de Administración y Dirección de Empresas en la Universidad CEU San Pablo de Madrid).
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
Antes tenía algo de talento para tocar el piano, pero se me ha olvidado un poco -ríe-.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
Volar.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
A las arañas.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
Un buen chuletón de vaca.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
A casa, a San Sebastián, a la playa de La Concha.
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
Un balón de fútbol. Soy muy aficionado de la Real Sociedad.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En un león.
10.- Una canción y un libro o película.
‘Mercho’, de Lil Cake y Migrantes. Una película, ‘El lobo de Wall Street’.