Durante años se codeó con los mejores del piragüismo español, era un asiduo al podio en las pruebas de K2, plantando batalla a palistas de la talla de Saúl Craviotto, “una bestia que en 200 y en 500 metros era imposible vencerle, aunque en distancias largas sí le gané alguna vez”, presume Juan Valle. Trabajaba como mecánico y competía sobre aguas tranquilas como hobby hasta que una lesión de espalda le obligó a parar, fue operado en dos ocasiones, con el resultado de daños en el nervio ciático y una parálisis en el pie izquierdo. No tiró la toalla y se aferró al kayak, que le brindó una segunda oportunidad para disfrutar otra vez de su pasión.
En menos de un lustro se ha convertido en un referente del paracanoe, siendo bicampeón del mundo y tres veces campeón europeo. Ahora quiere culminar la triple corona con un oro en los Juegos Paralímpicos de París 2024. El emeritense llegó a pensar que su etapa en la alta competición había terminado, pero supo abrir otra puerta a través de la modalidad adaptada y gracias a su tesón, persistencia y habilidad se ha instalado en la atalaya mundial del KL3 200 metros. Lleva desde los 14 años dando paladas en el río Guadiana después de probar ciclismo, natación, pádel, esquí, fútbol o baloncesto. “Estar en contacto con la naturaleza te atrapa, el piragüismo tiene algo especial”, recalca.
A los 31 años pasó por quirófano para ser intervenido de una hernia de disco y a los 37 volvió a ser operado “porque me estaba dando muchos problemas, me tuvieron que poner una prótesis y se me quedó pie equino. Durante meses no me podía levantar de la cama por los fuertes dolores y anímicamente lo pasé mal, caí en una pequeña depresión. Pero supe levantar cabeza y retomar mi vida, no te queda otra que aprender a vivir en esas circunstancias, nunca hay que hundirse porque siempre encuentras otro camino”, afirma con convicción.
Le aconsejaron que volviese a remar y el deporte fue su vía de escape. “El primer día que subí de nuevo a una piragua apenas avanzaba unos metros, pero esa sensación de libertad era única, estaba haciendo lo que me gustaba y el dolor de espalda fue desapareciendo. Es un regalo que me ha dado la vida y lo estoy saboreando”, relata. No pensaba en competir ni sabía de la existencia del equipo español de paracanoe. Recuperó la ilusión al lado de Julio Moreno, con el que formaba tándem en las pruebas de K2 hace más de una década y ahora le entrena y le anima desde la orilla. “Es un gran amigo, me empuja cada día a ser mejor y formamos un gran equipo”, apunta.
En sus primeros tres años se había quedado cerca del podio en mundiales y europeos, quedándose con la medalla de ‘chocolate’. Hasta que sus resultados comenzaron a llegar, inaugurando sus vitrinas con una plata en la Copa del Mundo de Szeged (Hungría) en 2020. Un año después debutó en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 con sabor agridulce tras ser séptimo. “No sirven las excusas y a toro pasado es fácil decirlo, pero estuvimos concentrados en una burbuja durante dos semanas, en Sevilla entrenábamos con más de 40 grados y al llegar a Tokio no tocamos agua en casi siete días. Tampoco nos adaptamos al clima tan húmedo y al calor que hacía, encima me tocó una calle en la que soplaba mucho el viento. No tuve el mejor día y me dio rabia porque venía preparado para quedar en puestos altos”, resume su primera experiencia paralímpica.
Apenas unos días después, el palista del club Iuxtanam de Mérida corroboró su fortaleza y potencial al ganar un bronce en el Mundial de Copenhague (Dinamarca) frente a esos mismos rivales a los que midió en la bahía de la capital japonesa. Su temporada más esplendorosa fue en 2022, año mágico en el que todo lo que tocó lo convirtió en oro. Valle ganó la Copa del Mundo de Poznan (Polonia), el Mundial en Halifax (Canadá) y el Europeo en Múnich (Alemania). El curso pasado revalidó el título continental en KL3 en Montemor-o-Velho (Portugal) con una victoria de prestigio, aunque en el campeonato del mundo solo pudo quedar quinto, sellando su billete para los Juegos de París.
“Me contagié de Covid-19, que me dejó muy fatigado, con gripe y dolor muscular, por eso no salieron las cosas. Psicológicamente tampoco me encontraba bien porque había fallecido mi padre, mientras que mi madre se encontraba pachucha”, explica. Este año se ha machacado con cuatro o cinco sesiones diarias entre el kayak, el gimnasio, la piscina y la bicicleta de montaña, preparándose en el Guadiana y con visitas mensuales al Centro Especializado de Alto Rendimiento de La Cartuja (Sevilla). Una dedicación que le ha permitido dar un gran salto de calidad, como demostró en el Mundial y en el Europeo, ambos celebrados en Szeged (Hungría), siendo el rey de su categoría al conquistar los dos títulos.
“He mejorado en el tramo intermedio de la regata, he ganado en regularidad y en acabar fuerte en los metros finales. Sin embargo, a pesar de que soy un poco más explosivo, tengo que pulir detalles en la arrancada en esos primeros 50 metros. Puedo dar una marcha más y confío en que mi mejor versión se vea en los Juegos. Por los tiempos tan competitivos en los que me manejo, tengo muchas esperanzas de lograr algo importante, si se cumplen los pronósticos la chapa está a mi alcance. Es complicado augurar un puesto porque en pocas décimas nos movemos diez palistas. El que sepa gestionar mejor la carrera ese día se llevará el gato al agua. Ganar Mundial y Europeo me dio alas, quiero escuchar el himno de España en París, así que voy a por el oro”, comenta.
Allí no estará el ucraniano Serhii Yemelianov, campeón en Río de Janeiro 2016 y en Tokio 2020, pero sí tendrá a rivales como el británico Jonathan Young, el australiano Dylan Littlehales, el polaco Mateusz Surwilo o el argelino Brahim Guendouz. El piragüista español pudo probar el campo de regatas en el estadio náutico de Vaires-Sur-Marne el año pasado en una Copa del Mundo: “Es un embalse con profundidad, por lo que el agua es menos dura y el kayak rompe mejor, y también muy abierto en el que da mucho el viento, pero no hay diferencia entre calles, la climatología será igual para todos”.
Afronta sus segundos Juegos Paralímpicos con la “mochila llena de ilusión y con confianza. Los de Tokio parecieron una regata comarcal porque no había nadie en las gradas. Tendré ese extra de motivación porque doy un plus de competitividad cuando hay público, me crezco, y además estaré arropado por mi mujer y mis dos hijos, Álvaro y Eloy, los cuáles han decidido seguir mis pasos y hacen piragüismo. Me piden una medalla y habrá que regalarles una”, dice riendo.
Todo el trabajo de estos años se lo jugará en apenas 40 segundos y 96 paladas en aguas parisinas. “Espero quitarme la espinita clavada de Tokio, quiero dar el 100% y una vez que cruce la meta sentirme satisfecho por el trabajo realizado. Subir al podio es un sueño que llevo tiempo persiguiendo y por mis registros este año, si no falla nada, el oro es posible. La medalla paralímpica tiene que venir para casa sea como sea, sería un premio a la perseverancia y el colofón perfecto a mi trayectoria”, concluye el extremeño.
JUAN VALLE
Juan Antonio Valle Gallardo (Mérida, 1977). Piragüismo. Bicampeón del mundo (2022 y 2024) y tres veces campeón de Europa (2022, 2023 y 2024) en kayak KL3. Disputa sus segundos Juegos Paralímpicos.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Cabezota, persistente y competitivo.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
La pala, que es lo único imprescindible en cada viaje, todo lo demás se me olvida -ríe-.
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
Tengo talento para la conducción deportiva, como los karts o las motos, se me dan bien.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
El poder de no enfermar nunca.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
Tengo miedo a que le ocurriese algo malo a mis hijos.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
Un café con un dulce industrial, de la bollería que no es saludable -ríe-.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
A cualquier lugar dando un paseo con la bicicleta de montaña.
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
A mi mujer.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En un perro.
10.- Una canción y un libro o película.
‘La madre de José’, de El Canto del Loco. Y una película, ‘Avatar’.